Alonso y Márquez: vidas paralelas.

«Lo hacía sin buscar esta recompensa. Simplemente, para seguir disfrutando de mi pasión», fue una frase que captaron el pasado fin de semana las cámaras de DAZN, cuando Marc Márquez se proclamó campeón del mundo de MotoGP. Y, curiosamente, esta frase conecta con otro gigante del motor, Fernando Alonso, que dijo para Goodwood en 2024: «Respiro F1, vivo para la F1… Amo lo que hago».

 

El escritor griego Plutarco dedicó parte de su obra a los paralelismos entre las vidas de personajes de su época para destacar sus similitudes y diferencias. No comparaba vidas para decidir quién era mejor, sino para aprender de ambas. Con Alonso y Márquez ocurre lo mismo: no se trata de estadísticas, sino de espíritus que trascienden la pista.

Precisamente en los últimos días se ha producido una curiosa conjunción que ha destacado que estos dos personajes del motor parecen tener, en ciertos aspectos, vidas paralelas, puesto que en la misma semana en la que se ha conmemorado el 20º aniversario del primer título mundial de Fernando Alonso, Marc Márquez ha logrado su tan ansiado 9°mundial, 7°de MotoGP, después de padecer una infinidad de penurias.

Curiosamente, como han manifestado en varias entrevistas, ambos se admiran y respetan mutuamente. Y aunque las estadísticas sean muy diferentes entre estos dos pilotos, para mí ambos comparten algo que los hace únicos: su pasión, sin límites, por el deporte que practican.

Por un lado, está Fernando, el piloto que en su momento fue el más precoz en «campeonar» (como dicen los argentinos) en la F1 y que, de lograr su 3°, se convertiría también en uno de los más viejos. Pero más allá de las efemérides, lo que lo define es el no rendirse a pesar de los años que lleva padeciendo coches que no han estado a la altura de su talento en la búsqueda, precisamente, de su tercer título mundial y su victoria número 33 en la F1. Además, no hay que olvidar que el amor por las carreras lo ha llevado a disputar en años recientes carreras tan míticas como las 24 horas de Le Mans (y ganarlas por dos veces), las 24 horas de Daytona (1 vez), las 500 millas de Indianápolis o el Rally Dakar. 

Marc, por su parte, es el más joven en la historia de la categoría reina, pero ahora es también uno de los más viejos campeones. Sin embargo, este último título del domingo pasado ha llegado después de un calvario de lesiones durante seis largos años que le han impedido codearse con los hombres fuertes del mundial de MotoGP, demostrando con ello, no solo su talento sin igual, sino su resiliencia y amor por el motociclismo, poniendo incluso su salud y seguridad en juego en más de una ocasión durante estos años.

En definitiva, los dos no pretenden ser más que «simples» pilotos, que aman su deporte y que luchan y pelean cada carrera por superarse a sí mismos. Todo lo demás queda fuera de lo que ven a través de sus viseras.

Por todo ello, son para mí unos verdaderos referentes. Fernando Alonso, por su espíritu de no rendirse jamás y de tratar de sobreponerse a la mala fortuna y a las malas herramientas que le ponen entre manos, y Marc Márquez, por «domar» motos salvajes, por reponerse a un sufrimiento que solo él sabe y por ver la luz al final del túnel incluso en los momentos más oscuros.

Ambos siguen disfrutando de los deportes de los que se enamoraron de niños, dándonos a los que los vemos desde el sofá sendos ejemplos de lucha y de superación. Por eso, y aunque sepa que nunca leerán estas líneas, me gustaría dedicarles a los dos este artículo y darles las gracias por la motivación que provocan con su ejemplo de vida en millones de personas como yo. 

A los dos los dieron por muertos, pero han seguido (y siguen) luchando. Ambos se lo merecen y la travesía de Marc por el desierto acabó el finde pasado. Ojalá la de Fernando acabe el año que viene. Porque si te caes, te levantas.

Luis Díaz Urbistondo — Fundador de Montdebó

Publicado el 04/10/2025

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