El aburrimiento más emocionante del mundo

A la Fórmula 1 se le suele acusar de aburrida, de predecible, de poco emocionante... De resultados tan previsibles que apostar por una victoria de Max Verstappen en 2023 es tan seguro como invertir en bonos del tesoro.

Y luego está el trinomio FIA-Pirelli-Liberty Media y sus inventos que poco o nada mejoran el espectáculo de las carreras. Porque estaréis de acuerdo conmigo en que las recientes decisiones en materia de seguridad o disciplina deportiva de la FIA, las nuevas carcasas introducidas por «Piedrelli» o las actuaciones inaugurales más propias de la Super Bowl que del automovilismo en nada han mejorado la competición de los «cochecitos de colores».

Sin embargo, a veces se alinean los planetas y contra todo pronóstico, por capricho de los dioses de las carreras, el puro azar o por mera permisividad de los comisarios (o todos ellos juntos), se arma un carrerón. Un espectáculo sin parangón de los que crean afición. Unas horas de locura en la que el factor máquina pierde su valor y se miden codo con codo, casi en exclusiva, el talento y coraje de los pilotos. Carreras en la que el riesgo, el drama, la valentía, el pundonor, la pasión y la adrenalina se dan la mano. Carreras en las que la Fórmula 1 se convierte, no solo en el deporte más emocionante del mundo, sino en el espectáculo más apasionante sobre la faz de la tierra. Porque algo tendrá la velocidad cuando, desde las carreras de cuadrigas, el hombre la bendice.

Y es precisamente, tras muy buenos, pero «corrientes» grandes premios como el reciente de Italia, cuando no hemos de olvidar el regalo caído del cielo de Zandvoort que supuso el Gran Premio de Países Bajos de 2023. 

Para los que amamos este fascinante deporte, sabemos que la espera merece la pena. En lo que llega la siguiente carrera de leyenda (¿será en Singapur?), seguiremos esperando... 

Y tú mientras tanto, ¿apagarás la televisión?

Luis Díaz Urbistondo — Fundador de Montdebó

Publicado el 12/09/2023

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