Fernando Alonso: el descubridor de la Fórmula 1
Recientemente me reuní con un buen amigo (futbolero de pro, pero desconocedor de las carreras de «cochecitos de colores») y me dijo algo que los carreristas solemos escuchar en las últimas semanas: «Sabes, tío, el otro día vi la carrera...». A lo que le contesté: «¿Ah, sí? ¿Y te gustó?». Y el me respondió: «Pues la verdad es que sí. Pero hay algo que no me pareció bien y es que, siendo Fernando y Carlos españoles, notaba que los comentaristas, claramente, jaleaban a Fernando a diferencia que con Carlos».
Tras escuchar esto, reflexioné unos segundos sobre cómo podría explicarle a mi neófito amigo qué significa don Fernando Alonso Díaz en la historia de nuestro deporte y, especialmente, lo que su figura representa en nuestro país y por qué cualquier comparación con «el Padre» deja en mal lugar a quien sea.
Para empezar, tendría que recordarle que en la Fórmula 1 la bandera del piloto no siempre es suficiente, sino que es un deporte distinto en el que la afición se mueve por la conexión que siente por «sus» pilotos y escuderías. Si no, no se entendería el fervor que los «tifosi» de todo el mundo sienten por una Scuderia Ferrari en la que no milita ningún piloto italiano y en la que hace eones que no triunfa ninguno. O la pasión casi mística que despertó, y aún despierta, mundialmente el legendario Ayrton Senna. Evidentemente, el piloto local tira, pero no lo suficiente.
Pero volviendo a Fernando Alonso, da, además, la casualidad de que él no es un piloto más. Ni siquiera un deportista más. Es la persona que ha conseguido que un deporte que era minoritario en España, seguido por grupúsculos «enfermos» a la gasolina y la competición, se haya convertido en un deporte de masas que se atreve a disputarle el trono de relevancia y de audiencias al deporte rey: el fútbol. Un país que vio nacer a la «Marea Azul» (que ahora es verde), al alonsismo como una seña de identidad o el «33» como un fenónemo paranormal.
Es una figura que desde hace 20 años se niega a ceder ante el paso del tiempo y que lucha ante la lógica que trata de imponer un palmarés, que si bien grande, no llega a la altura de su valía. Y es precisamente por su valor, carisma y tesón que se ubica, ya no solo entre los mejores deportistas españoles de todos los tiempos (únicamente junto con Pau Gasol y Rafa Nadal), ni siquiera entre los mejores pilotos que la Fórmula 1 o el automovilismo en general; sino, probablemente, señores, estemos ante uno de los mejores atletas (en el sentido amplio de la palabra) de la historia.
Por tanto, amigo mío, Fernando no es solo un piloto español. Él ha trascendido lo nacional para convertirse en universal. Y está claro que Fernando Alonso no inventó la Fórmula 1 ni la trajo por primera vez a España, pero, como Cristobal Colón hiciera con dos continentes que se daban la espalda, ha provocado, en primer lugar, que todo un país descubriese un deporte que estaba ahí, pero que era ampliamente desconocido; y, en segundo lugar, que un deporte encontrase a una afición apasionada, la española, que apenas existía y de la que ahora es inseparable.
Fernando Alonso, pues, no es solo historia del deporte y del automovilismo españoles, sino que es leyenda del mundo del motor. Un mundo que, sin duda, sería muy diferente sin el «Descubrimiento de la Fórmula 1» por Fernando Alonso.
Luis Díaz Urbistondo — Fundador de Montdebó
Publicado el 31/03/2023